24 de diciembre de 2009

Noche de luz

Todo tiene su lado bueno: ninguna noche tiene tanta luz (salvo en Laponia, claro)



Felices fiestas a quien se divierta,
y a quien no, que se lo tome con calma:

22 de diciembre de 2009

Momentos


Hoy que tanta gente habla del sorteo de navidad por aquí y por allá, me he puesto a pensar en cuáles han sido los momentos del día que recuerdo como más felices o que mejor me han hecho sentir. Me ha llamado la atención la importancia del tacto en mi felicidad cotidiana, y por supuesto la poca significancia que se le suele dar a los detalles de los que más disfrutamos:


el calor de las sábanas en mi cama desperezándome tras sonar el despertador, la espuma del gel de caramelo sobre el agua en la bañera, el christmas de un amigo en el buzón cuando he llegado del trabajo, las estrellas y los lazos de colorines que he comprado en los chinos para los regalos de navidad, la llamada de mi sobrino pequeño para contarme las notas que ha sacado en el cole, una muestra de agua de kenzo que me ha conseguido una amiga en una perfumería porque sabe que es de mis favoritas, hundir la mano en la arena congelada de la playa al ir a recoger una piedra que había tirado a mi perro y el pobre no la encontraba... y todavía no son las seis de la tarde...


21 de noviembre de 2009

Yagudin

Yagudin, o la increíble historia del hombre de las manos agujereadas, de Philippe Ségur, es otra de mis lecturas opiáceas que he vuelto a releer este fin de semana en la playa. Seguramente no destaca por su gran calidad en la primera lectura, pero para mí es original, me gusta porque tiene un estilo propio, aun mezclando varios estilos ajenos..., a ratos es muy divertida y arriesgada (ojo, a ratos), su lectura es ágil y entretenida, te cuela la historia casi sin darte cuenta, aunque a veces se le van de la mano algunas disgresiones, sobre todo cuando narra las aventuras de Yagudin, supongo que por alargar una narración que se queda algo breve.

En líneas generales va sobre un tipo que cada noche cuenta a sus hijas historias de un personaje inventado, Yagudin, pero cada vez se va haciendo más real y termina por tomar el control de su propia vida. La imaginación toma las riendas de la realidad (normal q sea opiáceo, claro). Defrauda un pelín que al final la triste realidad sea tan triste y tan real, algo cortante, una gran historia habría merecido un final más brillante, para dejar mejor recuerdo.

Recomendable para días de luz.

11 de noviembre de 2009

El crisol



La adaptación al cine de Las brujas de Salem, de Arthur Miller, con guión escrito por el propio autor, es otra de las pelis que me impactaron. Aunque tal vez no tenga mucho mérito porque desde el principio se busca un gran impacto emocional. Es sencillamente sobrecogedora, siempre que te impliques un poco con los personajes, algo fácil teniendo en cuenta las interpretaciones brutales de Daniel Day-Lewis y Joan Allen.

Obra y peli adaptan un hecho real: "En 1692 tuvo lugar en la ciudad de Salem, Massachusetts, un importante proceso por brujería, el único llevado a cabo en Estados Unidos. Se produjo una ola de histeria colectiva. El miedo y la superstición provocaron que se delataran unos a otros. Se desató entonces una cruel caza de brujas a consecuencia de la cual cincuenta y cinco personas fueron torturadas y veinte de ellas, la mayoría mujeres jóvenes o adolescentes, murieron."

Todo ello iniciado por la venganza de una Winona Ryder despechada (su personaje, Abigail), dispuesta a todo por conseguir estar junto a John Proctor. Pasión, fanatismo, justicia... la película es una mezcla de los excesos de esos valores.

Lo que más me gusta es que todo en la película tiene su propio lenguaje, como una gran obra de teatro donde se escucha más de lo que se oye, con un gran simbolismo desde el comienzo, cada escena habla, todo tiene un sentido, todos gritan y se mueven y las escenas donde aparecen relajados es con toda la intención del director.

Arthur Miller dijo que "la idea del director era la de un huracán arrasando la pequeña ciudad, un huracán formado por hombres, construido sobre el misticismo y en completo desacuerdo con la naturaleza. E hizo que funcionara."

15 de septiembre de 2009

Metales pesados

Igual que sucedía, siendo niños,
con las mágicas gotas de mercurio,
que se multiplicaban imposibles
en una perturbada geometría,
al romperse el termómetro,
y daban a la fiebre
una pátina más de irrealidad,
el clima incomprensible de los relojes blandos.

Algo de ese fenómeno concierne a nuestra alma.

En un sentido estricto, cada cual
es obra de un sinfín de multiplicaciones,
de errores de la especie, de conquistas
contra la oscuridad. Un individuo
es en su anonimato una obra de arte,
un atávico mapa del tesoro
tatuado en la piel de las genealogías
y que lleva hasta él mismo a sangre y fuego.

No hay nada que no hayamos recibido
ni nada que no demos en herencia.

Existe una razón para sentir orgullo
en mitad de esta fiebre que no acaba.

Somos custodios de un metal pesado,
lujosas gotas de mercurio amante.





De “Metales Pesados”
Carlos Marzal 2001

29 de agosto de 2009

¿Elegir en el amor?



"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."

Rayuela, Capítulo 93

23 de agosto de 2009

Manifiesto Noviembre



1. Crear un Teatro Libre, Independiente y Gratuito.

2. Crear un Teatro al margen de ayudas públicas o privadas, y de esta manera conseguir absoluta independencia tanto de acción y forma, como ideológica.

3. Crear un Teatro gratuito y sin ánimo de lucro, rechazando cualquier contraprestación económica.

4. Crear un teatro construido artesanalmente por parte de los integrantes.

5. No actuar en recintos cerrados, ya sean públicos o privados.

6. Establecer la Ley Mahoma", o "Terrorismo Blanco" : Ir en busca del público sin
esperarle.

7. Establecer un sistema rotativo en las interpretaciones, sin hacer distinción de raza, sexo, o edad.

8. Buscar la participación directa del público, haciéndole cómplice en todo momento.

9. Crear propio y nuevo repertorio, quedando prohibida la adaptación de textos ajenos.

10. Comprometerne a no traicionar el Manifiesto bajo ningún concepto.

Los hombres que no amaban a las mujeres

22 de agosto de 2009

En la cola del Inem







Hago el mismo camino a pie cada mañana desde mi coche hasta la oficina, los mismos pasos cada día, ayer viernes con una pequeña novedad, porque al llegar a la puerta principal no pude entrar de frente, un barrendero había colocado su carro en un hueco existente entre coche y coche y yo tuve que pasar por detrás. No nos gusta mucho pasar entre la gente, algunos llevan un par de horas esperando a que lleguemos, y en el mejor de los casos pasará otra hora más hasta que les atendamos, por ello generalmente no suelen estar de muy buen humor. Lo más práctico es entrar medio distraído, desentenderse y no ser muy efusivo en los saludos. De hecho ya nadie saluda. Casi nadie. Aunque me cuesta todavía no mirar a quien me mira y sostener su mirada en un simple saludo.

- Buenos días. – Me miraba sonriente una chica casi junto a la puerta , lo mínimo era saludar. Imitar lo que hacen los demás es una buena forma de relacionarse.

- Buenos días. No nos conocemos, ¿verdad? – Me preguntó desde su sitio

- No es necesario conocerse para saludarse, ¿no? Al contrario, hay que saludarse para comenzar a conocerse.

- Sólo te lo decía porque me resultas familiar. No sé si es porque me suenas de algo o porque me inspiras confianza. ¿Y yo a ti?

- ¿Quée? – Eran las ocho menos cinco de la mañana, yo tampoco estaba muy despierto. No veía claro si me preguntaba si la conocía de algo o si me inspiraba confianza...

- Que si crees que podrías confiar en mí.






Pensé un segundo. Varios segundos. Demasiados, imagino. Primero conseguí entender la pregunta. Si me dijo que le inspiraba confianza quería saber si ella me inspiraba la misma confianza. Normal, me dije. Hasta ahí bien. Tendría que ser capaz a estas alturas de zanjar una charla típica con expresiones usuales. Pero no sirvo para adaptarme a las frases hechas de los demás. A la pregunta de si confiaba en ella, lo normal habría sido una respuesta rápida y obvia: "Claro que puedo confiar en tí, sin duda". Pero mentiría. Si apenas confío en mí y me conozco de toda la vida, cómo voy a decirle a una persona desconocida que confío en ella. Mientras, sonreía en silencio y seguía sin contestar.


- ¡No me lo puedo creer!, - me dijo, más bien divertida pese a la exclamación - ¿de verdad te lo estás pensando?... Tú mismo...

- No es eso..., - no sé si la interrumpí-, es que si quiero ser sincero no te puedo decir que sí, si quiero ser amable no te puedo decir que no, y para dar más explicaciones no parece el mejor momento.

- Si piensas en ser sincero es que no lo eres. Ya has respondido, no te inspiro confianza. Tú te lo pierdes.

- ¿Pierdo tu confianza? - Respondí o pregungé entre risas, bastante divertido.

- Y la tuya. Está comprobado que nuestra confianza crece cuando se deposita en otros.

- ¿Me estás diciendo que si no confío en ti tu confianza no crecerá?

- Y si lo haces la tuya crecerá también. Estas cosas funcionan mejor cuando son recíprocas. Y cualquier ocasión es buena.Los momentos no se eligen, sólo hay que aprovecharlos.

- Pero entonces, si es verdad que te inspiro confianza, mi propia confianza tendrá que crecer de un momento a otro.

- Verás como sí. Si luego me atiendes tú, a lo mejor me das otra respuesta....

















Y ahí quedó la cosa, salvo un pequeño detalle:
Todo lo escrito hasta ahora es mentira. No entiendo cómo mi compañera de trabajo se tragó esta historia que acabo de escribir. La improvisé mientras se la contaba para intentar ilusionarla un poco. Nada más entrar a trabajar nos pusimos a buscar expedientes a los que les faltaba documentación, los dos encerrados en el Archivo,  y ella estaba medio deprimida, cansada de trabajar en un sitio tan feo donde nunca pasaba nada bueno.

- Si al menos una vez pasara algo bonito...

- Pues mira lo que me ha pasado a mí esta mañana, para que veas que hasta en la cola del Inem pueden pasar cosas buenas...

Y así fue como me inventé la charla sobre la confianza, para demostrarle que de vez en cuando suceden cosas imprevistas que nos alegran el día.
Que antes de llegar acabara de escuchar en la cinta del coche “Mi confianza” de Luz Casal seguro que fue determinante para inventarme esa charla. Cuando la oigo siempre vuelvo a las noches de hace algunos años, escuchando Océano Pacífico. Y rememorar aquellos tiempos me hace sentir bien. Estaba casi seguro de que sería un buen día.


No reparé en un pequeño fleco que dejé suelto y en el que no caí hasta que mi amiga me preguntó:

- ¿Y qué número tiene?

Se refería al número con el que la chica inventada iba a ser atendida. Lógico; le había dicho que todo eso había sucedido con una muchacha que esperaba en la cola para entrar. Era normal que pensara en una persona de carne y hueso con un número real, y en la posibilidad de poder verla en unos minutos. A los que tenemos un exceso de imaginación nos basta con la ficción y no precisamos ubicarla en el mundo real para creérnosla. Casi todos los demás necesitan ver para creer. Mi amiga del trabajo forma parte de estos últimos, y necesitaba ver en persona a la protagonista de la historia. Protagonista que no existía más que en mi imaginación. Me había pillado, pero no me podía rendir al primer intento: reconocer que todo había sido una invención para animarla habría sido muy descorazonador.

- El F23, creo.


Afortunadamente a primera hora de la mañana hacemos fotocopias del listado de las citas previas que tenemos para ese día, y colocamos una copia sobre cada mesa. Miré instintivamente ese número porque siempre me hace pensar en una buena amiga, y el f23 era un nombre de mujer. Escuché mi propia voz poco creíble, indeciso, algo nervioso, pero creo que no se me notó. Mi amiga sonrió como hacía tiempo no la había visto, era evidente que estaba a la expectativa. Decir el número fue como materializar la fantasía en el mundo real. Yo también me sentí genial, como un director de cine cuando ve terminada su película; estaba creando en la realidad algo completamente inventado. Me duró poco aquella satisfacción ; al instante siguiente ya era consciente de mi metedura de pata. Un poco después nos sentamos cada cual en su mesa. Ella sonriente y satisfecha, expectante por ver cómo continuaría la historia. Yo medio avergonzado, sabiendo que terminaría dándose cuenta del engaño, e imaginando el desenlace. Pero no todo estaba perdido.

Pensé que quizá el número en cuestión podría pasar desapercibido. Con hacerme el distraído bastaría. Sólo miraría directamente a las personas que me tocara atender, sin fijarme en nadie más, y tal vez la mujer con el número 23 entrara y saliera sin que mi compañera ni yo mismo nos diéramos cuenta. Sólo quedaba cruzar los dedos y que el 23 no me tocara a mí. Ni a ella. Y que dentro de lo que cabe la mujer que llevara ese número se ajustara un poco a la chica inventada, al menos en edad y carácter. En menudo jardín me había metido yo solo...

Cada dos o tres números mi amiga alzaba su mirada hacia mí, radiante. Aunque parezca increíble, me contagió su ilusión y comenzé a creerme mi propia mentira. Yo mismo deseaba que apareciera la chica del número 23. Y a la vez deseaba que no apareciera nadie. De no venir la mujer que pidió la cita tendría una salida digna a aquella historia, pondría cara de circunstancias y le diría a mi amiga que al final prefirió no entrar y dar por zanjada la charla. Un desenlace triste, pero real.







Llegó el momento. Las nueve y cuarenta y cinco. Había terminado con el F21 y un compañero en la mesa de al lado llamaba por segunda vez al F22. A uno de nosotros dos nos tocaría el siguiente. Para mi desánimo mi amiga estaba pendiente, incitándome con las cejas alzadas y gestos de prisa para que nadie me arrebatara aquel número. "Hace falta ser imbécil para verse en esta situación", pensé. Tecleé 61A NEXT --> F23. La suerte estaba echada.

Noté los latidos de mi corazón en la garganta, pendiente de todas las mujeres que aguardaban su turno. No respiré hasta que no la vi acercarse. Los astros estaban de mi lado. La dueña del número 23 era una muchacha morena, de aspecto desenfadado, que rondaría los treinta años. Perfecto, sonreí aliviado. Ella también sonrió mientras se sentaba, supongo que extrañada por un recibimiento tan jovial, no muy común entre los funcionarios.

Como mi amiga estaba sentada en la parte opuesta de la oficina, frente a mi mesa, le sería imposible escuchar lo que hablábamos, y tampoco podía ver la cara de ella, sólo la mía charlando alegremente. Dentro de lo que te permite una charla cuyo objeto es el subsidio por cotización insuficiente para prestación. Lo que importa es que eso me daba carta blanca para inventarme cualquier historia sobre lo que habíamos estado hablando, aunque no tendría mucho tiempo. Vendría enseguida nada más dejar de atender para preguntarme en qué habíamos quedado.

Me había relajado tanto tras la tensión anterior que me sentía con la cabeza en las nubes, dichoso y ajeno a cualquier contratiempo.
Recogida la solicitud y los documentos me di cuenta de que mi amiga no estaba en su mesa. Miré alrededor en su busca y la vi hablando con otra compañera, ambas de pie junto a una mesa que quedaba a mi derecha, mirando en mi dirección. O más bien en la dirección de la chica a la que atendía. Me sentí avergonzado, no me hacía falta oírlas para saber de qué estaban hablando. Y con tan poca distancia ya no me quedaba margen para inventar nada. Por nuestra actitud y nuestros gestos se veía que no estábamos manteniendo ninguna charla interesante, más allá de la rutina diaria. O me lanzaba o me pillaban....

- "¿Te puedo pedir un favor?" - Le pregunté a la chica de carne y hueso a la que estaba a punto de hacer partícipe de mi secreto.- "Te prometo que no estoy tan loco como te va a parecer cuando te lo cuente"....

No quise darme por vencido. Y de repente me ví a mí mismo contándole la conversación que supuestamente habíamos mantenido un rato antes. Le expliqué que pretendía animar a mi compañera contándole algo bonito, así fue como le conté la charla inventada sobre la confianza, su confianza en mí, su pregunta de si yo confiaba en ella, mi incapacidad para darle una respuesta sincera... Y todo ello para hacerle ver que en el momento más inesperado podía suceder algo que te alegrara la vida.

Miró hacia mis dos compañeras, que no le quitaban la vista de encima, aquello sirvió para corroborar que no mentía. Por extraño que parezca, todo era verdad. Habíamos generado una química especial, ella no había dejado de sonreír durante toda la historia, afirmando a cada frase inventada que habría dicho lo mismo, y visto desde fuera cualquiera se habría creído que un rato antes habíamos mantenido esa misma charla de verdad. Incluso yo mismo, aunque suene a chiste, había materializado esa charla ficticia en mi cabeza y me sentía con confianza para decirle cualquier cosa, creo que nunca he hablado con nadie teniendo tantas ideas queriendo salir de mi cabeza.

Cuando se puso de pie y se acercó hacia mí para decirme algo yo ya veía venir el desenlace, y quería y no quería, pues desde hace mucho tiempo me asusta volar. Pero como ella misma había dicho un rato antes en mi imaginación los momentos no se eligen, se aprovechan.

- "Y ahora...", - me preguntó-, "¿quieres confiar en mí?"

8 de agosto de 2009

PAN T


Hace 33 años Javier Verdejo Lucas intentó escribir en un muro del callejón de San Miguel, hoy desaparecido, las palabras Pan, Trabajo y Libertad. Antes de ser asesinado sólo tuvo tiempo para poner " PAN, T ".
En homenaje del 33º aniversario de aquel día las organizaciones jaleo y nación andaluza convocan una concentración el jueves que viene a las nueve.

26 de julio de 2009

Latinsizer/Libélula







corto y pego: "En una ciudad acelerada, una chica contemplativa y un chico distraído llevan caminos distintos pero tienen un mismo destino. En su trayecto se cruzan con unos pequeños y mágicos personajes que los guiarán a un encuentro inesperado."Libélula" nos trae una propuesta original e innovadora. Igual que el tema de Latinsizer que lo inspira, este video utiliza elementos retro de la década de los ochenta, los reinterpreta e integra a la realidad, creando un mundo mágico, ecualizado y pixelado"

La última noche de la libélula




Sí, amanece como cualquier otro día, el mundo parece que sigue siendo el mismo para todos los que lo habitamos, sin embargo no existe ya el tiempo para ella, se acabaron las horas de su vida.
Debe ser fugaz la existencia de una libélula, no tan breve como un relámpago, pero imagino que casi igual de intensa que su luz. No, no es una metáfora, o no lo pretendo al menos. No es casual que piense en los relámpagos cuando pienso en ella, en la última noche de esta libélula de la que os voy a hablar.

Y no porque hubiera tormenta, claro, al contrario, esta noche pasada en que se despidió agosto ha sido muy calurosa. Sino porque su última luz prendió en mí una chispa fulgurante que iluminó mi conciencia dormida un instante, y sólo al despertar escuché el atronador estruendo que todo rayo conlleva, aun pese a tratarse de un trueno silencioso y emocional que me hizo recordar la luz del rayo soñado.

Tal vez no resulte fácil de entender ahora, comprendereís ésto más tarde, cuando lo repita al final de esta historia que quiero dejar por escrito, para en cierta medida dar sentido a ese último fulgor de la libélula que, anoche, quiso compartir su última noche conmigo.

Hasta ayer mismo ignoraba cualquier cosa sobre las libélulas, salvo que son insectos que vuelan, e incluso siempre les había tenido algo de miedo, aunque lo cierto es que no conozco a nadie que alguna vez haya sido dañado por ellas, no debemos gustarle mucho los humanos, a mí desde luego ellas tampoco me han gustado, siempre he sentido una obvia aversión hacia los insectos en general, y digo aversión por no decir repugnancia; sus grandes ojos, el abdomen alargado, el cuerpo frágil, su vuelo frenético y constante, casi violento..., sé que hay a quienes les resultan fascinantes, y las consideran incluso bellas: no es mi caso, me parecen lo opuesto a la belleza, nunca he conseguido entender el encanto que pueda suscitar un animal que se alimenta de moscas, mosquitos y polillas.

Es curioso que hasta hace unos días no tuviera una conciencia clara de lo que es una libélula. Pero bueno, ellas mismas tampoco deben tenerla, salvo en ese último segundo, o en el segundo siguiente al último, cuando ya dejan de ser; en ese instante final en el que la conciencia de haber sido no tiene retorno, su naturaleza les confiere una lucidez casi humana.

No se sabe que nunca nadie lo haya investigado, y si alguna vez alguien lo supo no quiso compartirlo, desde luego ése no va a ser mi caso. Yo he sido testigo de la última noche de una libélula que quiso dejar de existir a mi lado. Estaba dormido, es cierto, o tal vez precisamente por ello. No puedo asegurarlo, no puedo describirlo, pero puedo saberlo, es uno de estos secretos universales que se te quedan en la piel cuando al fin logras descubrirlos, da igual que a veces sea el azar el que los pone al descubierto, yo en este caso no creo que haya sido una cuestión fortuita del destino... Que nadie espere de mí una explicación científica, o se llegue a sentir engañado por la ausencia de tales explicaciones. Yo sólo puedo relatar un hecho, las razones por las que yo lo conociera me son desconocidas. Quizás las coordenadas del espacio y el tiempo en el sueño humano coincidan en alguna dimensión emocional, o psíquica, con las coordenadas de las libélulas en ese último instante de clarividencia, y de alguna manera al haber compartido ambos cuerpos, el suyo y el mío, una coordenada exacta en una misma dimensión, su recuerdo, o el recuerdo de lo vivido por ella, quedó en mí pese a que ella dejara de existir. No es una explicación convincente, intento explicármelo a mí mismo y no lo consigo, no pretendo convencer a nadie, simplemente voy a relatarlo, como digo. Es posible que alguien lea esto y conozca de alguna razón que explique cómo pudo ocurrir.

Durante los momentos previos a ese último destello de lucidez, gozan, al igual que todos los seres y las cosas de nuestra dimensión, de una especial intuición que les hace ver más allá, algo así como una comprensión global del mundo en que vivimos, de nuestro mundo y de nuestra vida, de una continuidad de vida que no termina en el punto final de su vida, de la pertenencia al sistema ordenado y lógico que los humanos llamamos naturaleza.
No es una resignación a la inexistencia, a nadie se le ocurriría decir que las libélulas se resignan, aceptan la idea de no ser, o que las libélulas o los humanos o los seres o las cosas que conocemos aceptan plácidamente el final de su existencia, bueno, en el caso de los humanos sí habrá muchos con tal ocurrencia... pertenecemos a un género con individuos capaces de todo. Pero yo quería decir todo lo contrario, no es una entrega, o renuncia, voluntaria de sí mismas, no es tolerancia o conformidad con lo que les venga, sino reconocimiento y preparación hacia donde van. De ahí que lo considere una lucidez casi humana, algunos pueden llamarlo intuición, percepción, presentimiento, otros discernimiento, comprensión, entendimiento...el nombre de las cosas no altera lo que las cosas son, puro formalismo nominal, creo que queda claro lo que intento explicar. Es como si ellas mismas se lanzaran a una vida mayor y más compleja para la que ya están preparadas, en la cual se colocan como una pieza diminuta en un puzzle inabarcable e inacabable, pues siempre está creciendo.


Pero como estoy diciendo, esa sabiduría natural sólo se obtiene en el instante final, en el instante siguiente al final, para cuyo momento las libélulas intuitivamente se preparan durante los momentos previos. No sé si realmente ello es una especialidad de las libélulas, puede que no lo sea, desconozco por motivos evidentes si algo parecido nos ocurre a los humanos. Quizá alguien lo haya sabido de alguna forma similar a la mía, yo lo supe porque dormía cuando esta libélula de la que hablo terminó su vida en mi cama, y compartimos ese preciso instante de iluminación, ese resplandor fugaz, éste sí más breve incluso que un relámpago. No habría tenido más importancia que la que tienen los sueños, y habría sido apenas un recuerdo vagando por mi inconsciente, si no hubiera encontrado esta mañana al despertar su pequeño cuerpo inerte sobre mis sábanas. No fui consciente de ese lúcido destello dado que soñaba, pero ver su cuerpo ha sido para mí como el trueno que da presencia al rayo cuando el rayo ya ha pasado.

Sé que me repito, supongo que no tengo las ideas muy claras y me vienen a la cabeza desordenadas cuando intento ponerlas por escrito. Es como si todo lo que vió, lo que sintió, lo que supo durante aquellos últimos momentos, pasara a formar parte de mi propia experiencia; sí, suena raro, incluso para mí mismo mientras lo estoy escribiendo, decir que en mi sueño percibí todo lo que ella vivió, pero es exactamente lo que ocurrió. Y creo que ella quiso que así fuera.
Al principio no me percaté de su presencia, aun no debía ser muy tarde, yo leía en mi cuarto terminando el penúltimo relato de un libro de narraciones breves, bueno, de hecho el relato en sí ya lo había terminado y estaba releyendo de nuevo algunas de sus páginas, tenía la tele encendida, no veía nada especial, si es que puede verse algo especial en televisión durante estos días de verano, aparte de algún que otro anuncio interesante, que ni siquiera llama la atención entre la masiva concurrencia publicitaria. Decidí apagarla y encender la radio, me gusta dormirme escuchando canciones, y desde luego son mucho más reconfortantes. Mas no tenía sueño aún.
Justo en ese momento, al dar por concluida mi lectura e ir a apagar la lámpara de pie bajo cuya luz leía, me llevé un pequeño susto por la presencia de la libélula alrededor de la bombilla. En la tranquilidad nocturna de mi habitación supuso un leve sobresalto su vuelo nervioso y recién descubierto. Y ya dije antes que siempre me han dado algo de miedo. Tal vez por la lectura hasta ese momento me había pasado desapercibida, hay tantas cosas a nuestro alrededor de la que no nos damos cuenta por estar entretenidos en otras, pequeños milagros cotidianos que se nos escapan precisamente por esa cotidianeidad, lo que nos resulta habitual nunca llama nuestra atención.


Es aquí donde comienza esta doble dimensión en la que viví, y de la que no he sido consciente sino hasta esta mañana. Porque en mi recuerdo está lo que yo viví y lo que fue vivido por ella desde este instante.
Como casi todo lo que suena complicado al intentar definirse o ser explicado, ésto se entiende bastante bien con ejemplos concretos. Así yo recuerdo perfectamente a la libélula bajo la tulipa de mi lámpara, y a la vez conozco el calor de la bombilla sobre su piel. Incluso puedo sentir ese calor en mí mismo si cierro los ojos y me concentro en ese lapso de tiempo. Noto cómo va entrando en mí una atracción casi suicida ante un precipicio de fuego, un volcán inverso de calor cuya lava es luz hacia abajo, y sin embargo es placentero estar ahí, un instante detenido en el vacío del abismo, atado al mundo por la invisible fuerza de esa protección solar, sin caer, casi sin existir, ajeno a cualquier otra cosa distinta del ardor que me absorbe, la atmósfera expansiva y sofocante en la que penetro, en la que me fundo, para que todo forme parte, yo incluido, de un mismo fuego.
Imagináos a plena luz del día desnudos bajo un sol radiante, y sentid cómo se va acercando a vuestros cuerpos hasta casi abrasaros, una caricia cada vez más ardiente y dolorosa, que a un mismo tiempo os estampa contra el suelo y os eleva hacia el calor de este volcán inverso al que me refiero, y en su lava permanecemos quietos, casi sumergidos en un océano de fuego. Así me estoy sintiendo ahora, ésa es la sensación que tengo en mi interior, sin haberla experimentado en mi propio cuerpo.
Espero que tras el ejemplo tengáis una idea más clara de lo que intento precisar. Al apagar la lámpara de pie, la libélula inició un vuelo aun más agitado e inquieto, y algo torpe, por toda la habitación, y ahora lo comprendo perfectamente, pues la arranqué con brusquedad de ese precipicio de luz en el que ella estaba, que de forma violenta se tornó en oscuridad. Si teneís aún en vuestra mente la sensación imaginada ahora mismo de caricia solar, pensad que de repente llega una noche inesperada, y caéis en un agujero negro todo gélido y sombrío. Incluso a mí mismo me duele como un escalofrío en el alma.
Soy algo exagerado, es cierto. De todas formas la luz se hizo, de nuevo. No tardó más que unos pocos segundos en volver a instalarse en la lámpara del techo, definitivamente debe ser invencible la fuerza de esa atracción. La lámpara de mi cuarto es de cristal naranja oscuro e hierro forjado con forma de tulipán, redonda y casi cerrada salvo por una pequeña abertura abajo por la que sale un rayo de luz que ilumina la habitación. Huelga decir que por ahí entró ella a un nuevo paraíso de luz, cerrado, redondo, caliente y anaranjado, el colmo del placer para una libélula.


Con la impresión que me dio ver a la libélula olvidé encender la radio, y en su lugar encendí el ordenador. Es curiosa la forma de trabajar que a veces tiene nuestro cerebro. Cuando apagué la tele y puse el libro sobre la mesita, me levanté con la intención de encender la radio, sólo es pulsar un botón, y pulsé un botón, totalmente distinto pero botón al fin y al cabo, nadie podría decir que el mensaje de mi cerebro no se cumplió. A la orden de encender, encendí. No hay que ser muy exigentes con nosotros mismos, que el aparato encendido fuera distinto al pensado inicialmente tal vez sea pedir demasiado cuando uno empieza a sentirse cansado en una noche calurosa de agosto.
Las posibilidades de ocio nocturno de un ordenador con casi infinitas, aunque yo puede que sea algo convencional en este aspecto porque me decidí por charlar con algunos amigos antes de irme a dormir, y me desentendí mientras tanto de la libélula.
Antes de ello, probé a darle unos golpecitos al cristal de la lámpara por ver si salía, la ventana estaba abierta y yo esperaba que tarde o temprano se marchara. Si yo fuera un animal con alas no dudaría en pasar la noche fuera, bajo el cielo andaluz, libre y fresco, antes que encerrado tras un cristal. La alternativa ni siquiera se puede plantear, y sin embargo ahí estaba ella, haciéndome compañía.
Aunque ahora que lo pienso, lo cierto es que podríamos decir que somos animales libres, y aun así muchos preferimos quedarnos encerrados en nuestros refugios, entre máquinas y papeles, a salir al aire frío de la madrugada; curiosos seres, nosotros, los humanos. No debemos ser tan distintos libélulas y humanos.


El caso es que desistí de hacerla salir, y me senté como he dicho frente al ordenador. Total, conmigo estaría segura, no tenía ningún interes en tocarla o cazarla, desde luego no iba a matarla, e incluso si pudiera elegir habría preferido no verla.
Me había olvidado ya de ella, centrado en la charla con un par de amigos, cuando de repente la ví en la ventana, por un momento pensé que se alejaría y la perdería de vista, y en cierto modo la echaría de menos. Revoloteaba veloz fuera y dentro de la casa a través de la ventana abierta. No me extraña que necesitara tomar el fresco, cualquiera puede pensar que el calor de agosto sumado al de la bombilla derritiría a aquel pequeño cuerpo tan frágil, mas no, su presencia negaba las leyes físicas de nuestra lógica, más dentro que fuera de mi habitación, y viceversa.
Pese a que podría hacerlo, no quiero revivir la sensación de estar volando frente a mi ventana. Yo, como la mayoría de los humanos conocidos, no tengo posibilidad fisiológica de volar, parecería una marioneta, con cuerdas que me sostuvieran en lugar de alas. Más allá de éso, es mi miedo a las alturas el que me impide pensar en esa sensación, me produce un gran vértigo sentirme colgando en el aire. Sé que no es mi experiencia, no lo he vivido, pero pensar en ello es revivirlo con las percepciones que en ese momento vivió esta libélula. Y no quiero hacerlo. Pido disculpas. Quedaría muy romántico este relato si dijera que salgo volando por mi ventana para respirar el aire fresco de la noche, pero no sería real. Entre otras cosas porque el aire no era fresco, sino templado, pegajoso y húmedo, las libélulas deben ser de las pocas valientes que se atreven a volar en tales condiciones, y sobre todo porque conozco mis limitaciones, o algunas de ellas. La naturaleza es sabia y nosotros también tenemos nuestros límites, aunque en nuestra propia naturaleza está el obviarlos y no ser muy conscientes de ellos, algo esencial que nos ha permitido ir superando muchos de ellos.


Cuando se cansó de andar de un lado a otro, es un decir humano, claro, las libélulas no andan, se quedó entretenida entre las flores rojas de un geranio que hay en la ventana. Se podría decir que buscaba un descanso entre tanto vuelo, y mentiría quien lo dijera. Ni entonces se la veía relajada, todos sus gestos eran presurosos, ágiles y agitados; la placidez es un concepto que no existe en el mundo de las libélulas. Era bonito verla, la verdad. La tenue luz anaranjada que salía de mi cuarto daba a su cuerpo una tonalidad entre verdosa y azulada, como una flor diminuta y veloz en torno a las flores rojas del geranio.
No es una experiencia relajante presisamente, al contrario, verla tan sólo un par de minutos puede ser muy estresante. Pero no hay duda de que era una imagen, cuanto menos, bella. Es extraño, una libélula entre las flores no es algo que parezca singular, se puede considerar incluso común, y sin embargo yo nunca la había visto. O bien, si es que había podido ocurrir delante de mis ojos alguna vez, no me había detenido a verlo. Habrá muchas personas que entiendan bien lo que digo, de hecho creo que estoy insistiendo sobre la idea de la que hablaba antes al referirme a los milagros cotidianos a los que no damos importancia. Y éste es uno de ellos. Damos por hecho tantas cosas que ya ni nos percatamos de ellas cuando suceden a nuestro lado. Y hoy en día donde todo en nuestro mundo se mueve con prisa, es difícil tomarse un minuto en el camino para reparar en la belleza de cuanto nos rodea. Parece que siempre han estado ahí, y lo seguirán estando, ajenas a nuestras miradas.
Al menos ahora seguro que la próxima vez que veáis una libélula no os pasará desapercibida, espero.


Supongo, bueno, como humano conocedor de la experiencia de este animal debería decir que sé. Sé que estaba echando de menos ese calor intenso sobre su cuerpo, y ni que decir tiene que volvió a buscar cobijo en el interior de mi lámpara. Pero no estaba cómoda, salía y entraba y salía una y otra vez como hacía antes en la ventana. Me pregunté, entonces, pues ahora ya conozco la respuesta, si estaría más nerviosa de lo que es normal para una libélula. No es por el hecho de que se sintiera observada por mi mirada espectadora de sus gestos, vamos, lo pensé, y me habría gustado darle ese rasgo poético, pero no era éso, sino seguramente la proximidad del fin de su vida, la búsqueda del sitio adecuado donde dejarse salir del mundo, el propósito, si se puede llamar propósito a lo que aun no tiene una intención consciente, de hacerme partícipe de su última experiencia.
En cualquier caso, no se terminó de decidir por quedarse un rato en la lámpara, y no tardó en ponerse a revolotear alrededor de la pantalla del ordenador. Parecía que se había propuesto como objetivo el pasar del mundo real al mundo virtual, y de ahí esa insistencia en estrellarse contra la pantalla encendida. Si al menos hubiera tenido un fondo verde naturaleza o azul cielo lo habría comprendido, pero en ese momento no tenía más que ventanitas abiertas de fondo blanco que no debían tener el más mínimo atractivo para una libélula, a no ser que su única intención fuera llamar mi atención y desentenderme del ordenador, y en este caso hacía ya tiempo que lo había conseguido.

Estaba ya cansado de veras, aunque no exactamente con sueño, era mi cuerpo el que me pedía descanso, y apagué el ordenador casi sin tiempo para despedirme en las charlas que tenía abiertas. Tenía la necesidad de acostarme, pero sin embargo no de dormirme. No lo explico con claridad porque nunca hasta ahora me había ocurrido. Un descenso súbito de mis fuerzas, me sentí literalmente agotado, en justa correspondencia con el estado físico de la líbelula, cuyo cuerpo estaba a punto de extinguir su energía.

Mientras preparaba la cama para acostarme, mi mente seguía despierta y fresca, como si estuviera recién levantado, y sin embargo necesitaba estar tumbado y relajado, era una reacción física, sabía que no me iba a quedar dormido. No vi a la libélula durante los escasos minutos que tardé en desnudar mi cama de peluches, cojines y edredón, hasta que, acostado ya, me rozó la pierna derecha. Tal era mi cansancio que no pude ni alzar la cabeza para observarla, de todas formas no me habría hecho gracia verla sobre mi cama, pero a su vez me parecía un pequeño ser tan vulnerable que no intenté echarla, y tampoco lo habría conseguido de haberlo intentado. A lo largo de la noche la había visto tantas veces que me pareció natural que durmiera conmigo. Dado que no tenía sueño, encendí el flexo que tengo en una repisa que hay sobre mi cama, y seguí, o intenté seguir, con la lectura del libro de relatos, poco menos que por el compromiso de terminarlo antes de que el sueño se fuera apoderando de mí.
Como no podía ser de otra manera, su fijación obsesiva por la luz eléctrica hizo que iniciara su vuelo ya familiar casi encima de mi cabeza. No me podía concentrar en la lectura y no recuerdo si llegué a leer una sola página completa; me entretuve mirándola. Sonreía, yo, con una gran sonrisa hacia dentro de mí mismo. Me gustó la idea de dormir acompañado. Estoy dudando si entrecomillar esta última palabra, en estas ocasiones la idea primera suele ser la más inspirada y voy a decidir no hacerlo. A estas alturas puedo decir sin duda que me acompañó, y si llegados a este punto alguien cree que no es compañía la de un animal inconsciente, un insecto sin voluntad ni sentimientos, triste del que así piense tras haber leído todo ésto sin alcanzar a comprender nada. Me gustó la idea, insisto.

Poco después, no puedo precisar el tiempo, abandonada la idea de terminar el libro y ya sí dispuesto a dormir, apagué la luz y el cuarto quedó a oscuras. Recuerdo que uno de mis últimos pensamientos fue el deseo de felices sueños hacia la libélula. Ya no podía verla, ya no podría verla, estaría al fin ella también descansando, imaginé. Era alentador saber que estaba por ahí, en algún lugar de mi habitación. Un pensamiento reconfortante y agradable mientras me rendía al profundo sopor previo al sueño.
Ese último pensamiento lúcido fue el relámpago del que hablaba antes, sentí su luz, dormí en su luz, soñé su luz, aunque no oí el estruendo del trueno sino al despertar, un estruendo emocional, no sonoro. Un trueno inapreciable y pequeño como el cuerpo muerto de la líbelula, mas del todo irremediable, tan rotundo que ha dado presencia en mi memoria al rayo lejano de energía caído en el abismo de mi inconsciente.


Sí, he vivido durante un instante en un rayo de luz, he sido leve y fugaz en su relámpago, y contundente y pesado en su trueno. He sido testigo humano del tránsito de la vida a la muerte de una libélula, y carecerá de cualquier valor biológico, pero tuvo, al menos en mí, un gran valor espiritual.
Soy consciente ahora de pertenecer a algo más grande, natural y vivo, donde yo soy imprescindible pese a saberme transitorio.
Somos parte de un fluir de energía vital que va y viene abriendo más ancho nuestro mundo. Existe esa energía de una forma tan física y palpable como nuestra propia existencia. Formamos parte de esa energía, humanos, libélulas, y cuantos seres y cosas damos vueltas en nuestro universo.
La libélula fue consciente de ello en los últimos instantes de su vida, tal vez los humanos también lo seamos en su momento, en ese momento posterior al último, que indica que no hay un último momento, pues todo sigue fluyendo.
Ese fue su propósito (intención o intuición, no sé). La preparación del final de su vida, este lugar, esa hora, mi compañía, todo confluyó para hacerme partícipe de ese último instante de lucidez, y esa luz quedó en mí, quedará en mí, tras compartirla conmigo a fin de recordarla y ponerla por escrito, para a su vez yo mismo compartirla con quienes quieran sentir este planeta como propio, tal y como yo, gracias a ella, lo siento mío.

4 de julio de 2009

3 de julio de 2009

Por qué se frotan las patitas

Con críticas así sobran razones para ver esta peli : sales con más oxígeno en los pulmones y con el corazón más ancho... casi ná...



¿Tú sabes por qué se frotan las patitas las moscas?
Pa no qxxxxxxx xxxáx ex xxxxúx xxxxx, como nosotros.

Quien la vea resolverá la x :P



y la canción principal:







Mira tú ,
la vida puede sorprenderte mucho más,
que cien años que pasen en el mismo lugar,
creyendo que lo has visto to y no has visto na,
y no sabes na.
Fíjate tú,
tanto y tanto como ando yo de aquí pa'llá,
casi siempre tonteando y sin adivinar,
que esto dura lo que dura y hay que aprovechar.
De momento,
la vida pasa de momento.
De momento...
Aquí todo es de momento...
De momento,
la vida pasa de momento.
De momento... Aquí todo es de momento...
Yo sé bien
que tengo que luchar para sobrevivir,
que nadie será el dueño de mi porvenir,
tan sólo yo puedo saber qué quiero ser
y proceder...
Puede ser...
Que viva de ilusiones que yo fabriqué,
que tenga en los bolsillos sólo arena y fe,
pero del aire no me puedo alimentar,
y esa es la verdad...
Y aquí estoy,
jodido por este camino que escogí,
pero vale la pena llegar hasta el fin,
hay que sentir la magia del amanecer
para crecer...
Pero sé,
que aún me quedan lágrimas por derramar,
será el precio que pague por mi libertad,
quiero sentir que hice lo que yo de verdad soñaba.
No quiero ser
alguien que se torture cada día más,
que lo tuvo en sus manos y dejó escapar,
lo que te da la vida también te roba el alma.
De momento, la vida pasa de momento.
De momento...Aquí todo es de momento...
De momento, la vida pasa de momento.
De momento...Aquí todo es de momento...
Mira tú,
la vida puede sorprenderte mucho más,
que cien años que pasen en el mismo lugar,
creyendo que lo has visto to y no has visto na,
y no sabes na.
Fíjate tú,
tanto y tanto como ando yo de aquí pa' llá,
casi siempre tonteando sin adivinar,
que esto dura lo que dura y hay que aprovechar
esta oportunidad
Pero sé
que aún me quedan lágrimas por derramar,
será el precio que pague por mi libertad,
quiero sentir que hice lo que de verdad soñaba.
No quiero ser
alguien que se torture cada día más,
que lo tuvo en sus manos y dejó escapar,
lo que te da la vida también te roba el alma.
De momento, la vida pasa de momento.
De momento...Aquí todo es de momento...
De momento, la vida pasa de momento.
De momento...Aquí todo es de momento...
De momento, la vida pasa de momento.
De momento...Aquí todo es de momento...

21 de junio de 2009

Siempre sale (Rain)

Llegué de la playa sobre el mediodía, me habría quedado más tiempo pero hoy domingo tocaba limpiar los cristales, sobre todo los de fuera en el balcón, que los voy dejando , y con tanta planta como tenemos más parece que en vez de limpieza estoy haciendo mudanza de tanto mover maceteros...

No es por echarme flores pero los dejo relucientes, aplico a conciencia el lema de karate kid dar cera, pulir cera. Pues así he estado una horilla o algo más hasta acabar con todas las ventanas, cuando veo que se va nublando... Otra vez no, pensaba, que estamos en junio... Y sí, llovió. Es inevitable; cuando limpio los cristales, llueve...
No es que yo quiera llevarle la contraria a Paulo Coelho, pero a veces el universo se cansa de confabular a nuestro favor y se dedica a hacernos alguna putadita...

O no.

En ocasiones puedes percibir una especie de energía cósmica que compensa unas cosas con otras. Seguramente la lluvia hizo que me conectara a chatear un rato y olvidar mis quejas por los cristales mojados (bueno...también es verdad que cualquier excusa es buena). Lo que sí es seguro es que de haber hecho un día radiante habría vuelto a bajar a la playa y no habría encendido el ordenador. Y (dejando aparte charlas y mensajes) ahora no estaría disfrutando como un niño de una canción olvidada en la banda sonora de El último emperador, Rain, de Ryuichi Sakamoto.

Al final será verdad que el universo confabula y todo... No, todavía no he alcanzado ese nivel de optimismo!, ya quisiera, pero creo que algo de ello intuyo, al menos en días como hoy. Y en el fondo me siento un tipo con suerte.

Y habrá tiempo de sobra "para seguir limpiando cristales, aunque sea por dentro, ya saldrá el sol, siempre sale"

Otro abrazo.



8 de junio de 2009

Finge que eres feliz

Hace tantos años q prefiero no echar cuentas de cuántos son, descubrí esta canción de Nat King Cole. Pasamos un día en Andorra y para mí, la visita obligada de cualquier ciudad son las librerías y tiendas de discos, sobre todo antes. Ya después del boom ciber musical mi relación con los discos cambió. Pero bueno..., fuimos a Andorra un día y un amigo compró un cd de Nat King Cole por llevarle un regalo a sus padres. Nosotros lo escuchamos antes, aquella misma noche.
La canción me aburrió, el disco en general me pareció penoso y merecía sobradamente ser lanzado en aeroplaning desde la ventana.... Por entonces me encantaban las canciones en inglés, por intentar entenderlas como si descifrara algún código secreto, de hecho el poco inglés que sé se lo debo a las canciones, y la letra de esta canción me impactó desde el primer segundo... Finge que eres feliz cuando estés triste, no es tan difícil..., y retuve el final durante mucho tiempo, como las poesías que se te quedan en la cabeza después de leerlas un montón de veces...

Ayer por la tarde youtubeando sin sentido la encontré de nuevo, e incluso diría que ahora me gusta O.o
no sé si por evolución, aburrimiento, o empatía hacia la letra...
y vuelvo a tararear las últimas frases como un eco lejano de ondas que vienen chocando entre mis neuronas desde mediados de los noventa...





Pretend you're happy when you're blue, It isn't very hard to do
Finge q eres feliz cuando estés triste, no es tan difícil,
And you'll find happiness without an end whenever you pretend
Y encontrarás felicidad sin fin siempre q lo hagas


Remember anyone can dream, And nothing's bad as it may seem,
Recuerda que cualquiera puede soñar, y nada es tan malo como parece,
The little things you haven't got could be a lot if you pretend,
Podrías tener muchas de las pequeñas cosas q te faltan si lo finges,


You'll find a love you can share, one you can call all your own,
Encontrarás un amor con quien compartir, alguien a quien puedas llamar "mío",
Just close your eyes, she'll be there, You'll never be alone
Te basta con cerrar tus ojos y estará allí, nunca estarás solo


And if you sing this melody, You'll be pretending just like me,
Y si cantas estas melodía estarás fingiendo como yo,
The world is mine, it can be yours, my friend, so why don't you pretend?
El mundo es mío, puede ser tuyo, amigo, así que por qué no finges?

5 de junio de 2009

Teoría de juegos

Las ardillas se alimentan todo el año de las miles de bellotas que han ido recogiendo y escondiendo durante el otoño. Son tantas bellotas que de vez en cuando alguna ardilla espía a otra para saber dónde la esconde y robársela. Lo curioso es que a veces esa ardilla que espía es descubierta por la otra, y entonces la ardilla ladrona devuelve la bellota enterrándola en el mismo lugar en el que estaba, a modo de tregua.
¿Por qué?
Porque la otra ardilla a su vez espiaría a la primera para arrebatarle sus bellotas escondidas, y ambas malgastarían su esfuerzo en robar a la otra en lugar de aprovecharlo para sumar más bellotas, de manera que ninguna de las dos lograría la cantidad que necesitan para el resto del año.

Como no tengo una especial memoria, esa es la anécdota que se me quedó de la teoría de los juegos, de John Nash, más conocido por la peli Una mente maravillosa, que se puede aplicar a un montón de materias...
Y viene a considerar cual es la mejor opción de un jugador, teniendo en cuenta que el acierto de su decisión depende de las decisiones del resto de jugadores.
Si la ardilla ladrona no devuelve la bellota, la otra ardilla robará también una bellota y ambas perderán, habrán malgastado su energía sin sacar ningún beneficio.
Si ninguna de ellas robara, ambas ganarían puesto que dedicarían su esfuerzo a su propio beneficio.
Y sin embargo si una roba y la otra no se entera, es obvio que la primera gana y la segunda pierde.
Es decir, el resultado de una misma acción depende de la acción de los demás.Parece bastante lógico, y me ha sorprendido encontrar tantas teorías y discusiones al respecto.

http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_juegos

El dilema del prisionero es algo parecido a las ardillas pero con humanos. Dos tipos han sido detenidos como sospechosos de un delito, y la policía necesita su confesión para llevarlos a prisión. Si uno confiesa y el otro no, el confesor quedará libre y el cómplice será condenado a diez años. Si ninguno confiesa, recibirán la pena mínima de seis meses cada uno. Si ambos confiesan, recibirán una pena media de seis años.
¿Qué hacer?
Si busco mi mayor beneficio, lo que quiero es quedar libre. Luego debo confesar y esperar que el otro no lo haga, es decir, traicionarle y esperar que no me traicione a mí. Pero no puedo saber cuál ha sido su decisión. Sería lógico pensar que él también puede buscar su mayor beneficio. En ese caso habríamos confesado los dos, e iríamos a la cárcel seis años.
Lo más sensato no sería buscar el beneficio individual, sino el mayor beneficio común. Y por tanto me quedaría callado y no le traicionaría. Él tampoco. Ambos perderíamos seis meses de libertad.
Pero si previendo que yo me callaré, él confiesa, el se queda libre y yo en prisión diez años. ¿Confío en que él se quede callado?.....

En la vida real confesar y traicionar sería como mentir, y confiar sería ser sincero. Cuando todos somos sinceros, conseguimos el mayor beneficio. Si ambos mentimos, ambos nos perjudicamos. Y si uno miente y otro no, el mentiroso gana y el sincero pierde. Ese es el campo de juego. Y la única garantía para un buen resultado consiste en una buena relación de confianza entre los jugadores.

Este planteamiento cada vez puede ir siendo más enrevesado...... Está muy bien explicado en
http://es.wikipedia.org/wiki/Dilema_del_prisionero

Un juego tonto en http://www.gametheory.net/Mike/applets/PDilemma/PDilemma.html

26 de mayo de 2009

Es bueno ser consciente




He querido negarme que también Benedetti se ha ido, soy consciente de que en pocos días han desaparecido dos artistas de quienes tomé una gran parte de quien soy, o de quien pretendo ser.

En el sentido al que me refería antes al hablar de Antonio Vega. De ambos he copiado a lo vil un montón de expresiones... Y de ambos no habrá más expresiones nuevas... Incluso la foto que tengo en este perfil es de Benedetti.

De vez en cuando es bueno ser consciente de que hoy, de que ahora, estamos fabricando las nostalgias que descongelarán algún futuro. Y de repente ese futuro ya no existe. Como el de todos, ya lo sé. Pero no es lo mismo.


Ese futuro suyo ha sido mi presente durante mucho tiempo.


Seguiremos fabricando nostalgias, a su salud.


ESTADOS DE ÁNIMO

Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.

Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.


Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones

una laguna verde
inmóvil y paciente,
conforme con sus algas,
sus musgos y sus peces,

sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.

M.Benedetti



Honestidad (Antonio Vega)

De Antonio Vega aprendí que ser honrado no viene a ser igual que honesto.

Quien se preocupa por ser honrado siempre está fijando su propia forma de ser en base al comportamiento de los demás, ajustándose a lo que consideramos bueno.
Que no está mal, claro. Pero siempre me ha parecido como un intento de ser bueno hacia fuera, que los demás te consideren honrado no es tanto ser bueno como parecerlo.

Ser honesto en cambio es algo más íntimo, es ajustar tu conducta a tus propios principios, es ser bueno hacia dentro. Actuar sin pensar en qué sería lo correcto según la moral, sino simplemente ser coherente contigo mismo, y hacer lo que cada cual considere bueno.

Si todos fuéramos honestos habría muy pocos problemas, sin embargo al parecer todos somos honrados, y el mundo va cada vez peor...

En fin...la entrada era sólo por dejar constancia de una de las cosas de las que aprendí de Antonio Vega. La parte social de mi personalidad, esa que se hace conscientemente en las relaciones con los demás, está hecha con un millón de retazos de Mario Benedetti y Antonio Vega. Perdí la cuenta de las expresiones que he hecho propias a partir de sus canciones.

"Soy de donde piso", "para el tiempo hay más medidas", "una misma ola rompe en dos orillas"... y podría ir retrocediendo años y años hasta los tiempos del instituto, recreando mi biografía según sacaba sus discos...

Supongo que si lo que hace una persona pasa a formar parte de tí mismo, tú mismo te has convertido en parte de esa persona. Lo bueno de los tipos tan honestos como Antonio Vega es que ahora seguirá habiendo un poquito de él en un buen montón de personas...y estará al mismo tiempo en paz para siempre y vivo.

El murmullo de tus manos



7 de mayo de 2009

A ciegas




página2
22/03/2009

17 de abril de 2009

Las horas




Carta a Leonard.

Querido:
Estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de aquellas terribles temporadas. No voy a recuperarme en esta ocasión. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor.
Tú me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todo momento lo que uno puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices hasta el momento en que sobrevino esta terrible enfermedad. No puedo luchar por más tiempo.
Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. ¿Te das cuenta?, ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo leer. Cuanto quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida.
Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte… que todo el mundo lo sabe. Si alguien hubiera podido salvarme, habrías sido tú. No queda nada en mí más que la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.
V.

16 de abril de 2009

La vida a la cara





"Mirar a la vida a la cara, siempre. Mirar a la vida a la cara y conocerla por lo que es. Y por último, conocerla, y amarla, por lo que es, y entonces guardarla. Guardaré los años entre nosotros, Leonard, siempre. Y el amor. Siempre. Y las horas..." Con estas palabras de Virginia Woolf termina esta película...con uno de los mejores guiones de los últimos años.


Sí, mirar a la vida a los ojos, no esconderse de ella, ofrecerse tal cual uno es, vivo. Es lo único que tenemos, nuestra vida. Habrá millones de cosas que no nos gusten, pero la única alternativa es el vacío absoluto. Hay que aceptar la vida con todo lo que no nos guste tanto, como también en nosotros hay cosas que no nos gustan. Asumir la vida por lo que es, o el mundo por lo que es, incluso nosotros mismos por lo que somos. Más allá de lo que nos gustaría que fuera. No hay más vida que la vida...


Sí, conocerla. El mundo es enorme, inabarcable; la vida plantea un millón de caminos por los que se puede pasar, un millón de maneras de disfrutarla, vivirla, sentirla. Aunque a veces duela, es cierto. Pero también ese dolor es vida. Todo se puede probar, sentir, conocer.


Pero no te puedes limitar a conocerla. Entonces no serás más que un triste observador, que puede llegar a conocer mucho sin vivir nada. Sí, hay que conocerla y amarla. A veces no se trata sólo de conocer, no hay que observarlo todo, simplemente vivirlo, dejarse fluir en ese todo como algo más en la corriente, ser consciente de esa corriente vital en la que fluimos. Porque si de repente nos sentimos ajenos a esa corriente y simplemente observamos como todo lo demás se mueve en ella, nos sentiremos fuera de la vida, como algo que no nos pertenece. Algo parecido debió sentir ella cuando se dejó vencer por el miedo a vivir parte de todo aquello que observaba. Afortunadamente, en sus épocas buenas, supo dejarlo por escrito como nadie.

Vivir, fluir, amar. Por lo que es. Por lo que somos.


Y entonces guardarla, acumular vivencias, recuerdos, experiencias. Aprender de ellas. Como las paradas de un camino que no termina nunca, y en las que podemos descansar de vez en cuando, para continuar el viaje a ningún lugar y a todas partes, el viaje de la vida.


Mirar a la vida a la cara y conocerla por lo que es, y amarla por lo que es, y entonces guardarla.


14 de abril de 2009

Ciudades visibles

“Tenemos el derecho de comparar una ciudad con una sinfonía o un poema:
son objetos de la misma naturaleza”.

Claude Lévi-Strauss


La frase "Buenos Aires es un libro" no encierra ninguna metáfora. Buenos Aires es un libro. La capital argentina regala palabras, expresiones, voces por todos sus rincones. Caminar por sus calles es leer, doblar una esquina supone pasar página, tomar un taxi significa saltarse un capítulo, volver a un café es subrayarlo.

La ciudad del río de la plata está poblada por palabras. Hay tiendas de neumáticos llamadas Virgilio, una empresade leche que se anuncia como la verdad láctea, líneas que promueven lencería bajo el nombre apogeo, y pintadas de amor supremo que dicen mueran todos menos vos.

Cuna de borges, cuna de cortázar, a Buenos Aires en el mundo le ha sido concedido el don de la palabra.Y no es difícil escapar a su poema. Pasear leyendo rótulos, mirando camisetas, anotando nombres,permite volver a casa con la mirada llena de versos y con la idea, cada vez más clara,de que los buenos poemas no son los que uno escribe, sino aquellos que uno encuentra.

© oskar alegria
http://www.oskaralegria.com/galeria.php?ciudad=6

9 de abril de 2009

Cuántas veces, cuántas vueltas

La vida da más vueltas de las que ya de por sí da el mundo,
quién sabe dónde estaremos la próxima vez que nos encontremos


Donde estén mis zapatos

- Amigo, ¿y tus zapatos? 
- Se me adelantaron 
(Big Fish)
Toc toc, ¿se puede? 
Un sms de dos palabras, onomatopeya no incluida, y antes de que pudiera responder con un mensaje de asentimiento, mi móvil ya estaba sonando. Quien me conoce sabe que odio los teléfonos, y como el que tiene miedo a las alturas o a los insectos o a la oscuridad, yo tengo pánico a las llamadas inesperadas. Pero contra todo pronóstico me alegré como un niño al ver su número en la pantalla.

 Era de madrugada, y mi primer temor fue que alguien en casa se despertara, por eso no dejé que el móvil sonara más de una décima de segundo, nunca me acuerdo de ponerlo en silencio cuando puede molestar, y desde hace algún tiempo no recibo llamadas a estas horas. Volver a hablar entre susurros como si hiciéramos algo prohibido ha sido lo mejor de estos últimos días. 

  Verás, te va a resultar extraño, pero se me han perdido unos zapatos y he pensado que tal vez tú los habías visto...

Tengo que aclarar que no nos habíamos visto nunca, era la primera vez que charlábamos, y por tanto era imposible que yo pudiera haber visto sus zapatos. Su tono sin embargo era serio y elocuente, no parecía bromear. Me reí un buen rato. Me hace feliz encontrar a personas más peculiares que yo. Sé que no era nada gracioso, lo más probable es que yo sea de risa fácil. Sentí de veras no haberlos visto, los zapatos. Me habría encantado encontrármelos en algún lugar, y guardarlos hasta encontrar a quién pertenecían. Como una actualización moderna del cuento aquel ¿era la cenicienta? No estoy muy puesto en temática Disney. De todas formas la vida real no es un cuento, o tal vez sí. Pero como era obvio que no estaba hablando en serio, decidí seguirle el juego.

  ¿Así que eran tuyos? - le contesté - Los ví pasar, pero siguieron su camino. 

Se echó a reir. Al parecer, también anhelaba encontrar a alguien con quien mantener ese tipo de conversaciones. Estos días extraños, las horas nocturnas, y sobre todo nuestro carácter, se prestaban a ello. Estuvimos hablando durante casi una media hora. Era una de estas personas de las que sabes que no va a formar parte de tu vida, al menos no de una forma estable, pero que de alguna manera te guía, o más bien te ayuda a asentar algunos principios que parecían tambalearse. Mi Ruby Tuesday particular vagabundeaba por la red y nos cruzamos. Ha sido una suerte que sus zapatos imaginarios pasaran cerca de mí, porque ello le obligaba a pasar en persona poco después, siguiendo el camino que sus zapatos le iban trazando. Aunque nunca sepas hacia dónde vas, tener un par de zapatos adelantados haciendo camino siempre es una tranquilidad, puedes estar seguro de que te quedan muchas cosas por vivir. Esos zapatos son testigo del futuro que vendrá. Para algunas personas como yo, es más importante saber que están en camino, que fijarse una meta concreta. No se trata tanto del lugar al que vas a llegar, como del hecho de saber que llegarás a algún lugar, o a varios... Al fin y al cabo, el camino se hace andando.

 Me reconfortó mucho esa idea, y creo que ni durmiendo he podido dejar de sonreír. Aún noto en mi cara una gran sonrisa hacia dentro....

  Goodbye, ruby tuesday Who could hang a name on you? When you change with every new day Still Im gonna miss you... She would never say where she came from Yesterday dont matter if its gone
 While the sun is bright
 Or in the darkest night No one knows She comes and goes
  Goodbye, ruby tuesday
 Who could hang a name on you?
 When you change with every new day
 Still Im gonna miss you...
 Dont question why she needs to be so free Shell tell you its the only way to be
She just cant be chained
 To a life where nothings gained
 And nothings lost
 At such a cost
  Goodbye, ruby tuesday Who could hang a name on you? When you change with every new day Still Im gonna miss you...
 Theres no time to lose, I heard her say Catch your dreams before they slip away Dying all the time Lose your dreams And you will lose your mind. Aint life unkind?
 Goodbye, ruby tuesday Who could hang a name on you? When you change with every new day Still Im gonna miss you...

3 de abril de 2009

El lector




La crítica de la peli que adapta al libro, en el programa de Página2 del 15 de febrero. El video es del propio programa, que se puede ver completo en su web http://pagina2.rtve.es/programa.php?p=735b90b4568125ed6c3f678819b6e058

2 de abril de 2009

Andrea Chénier


Nunca sabemos hasta qué punto la suerte, el azar, el destino, si se cree en él, guía nuestra vida o algunos momentos de ella, pero lo que sí está claro es que hay historias que ocurren de una manera en la que tienes que creer en el destino, en la suerte, en las coincidencias, o en todo a la vez...

Una de esas historias es la de cómo se compuso la ópera de Andrea Chénier, del compositor italiano Umberto Giordano.


Tal y como lo cuentan en el libro de “La gran ópera, paso a paso”, fue una obra q no contó con el favor de la crítica pero sí con el del público y los intérpretes. Es una de las obras a las que llaman veristas, que se caracterizan porquen rompen con el tipo de ópera que había dominado hasta entonces. Parece que los intérpretes van cantando mientras sienten las cosas, y que no hay formas predefinidas. De alguna manera parece que se olvidan de dominar el bel canto y lo que prevalecen son las sensaciones y la naturalidad. Son óperas que no tienen nada que ver con las de Rossini o Bellini, q eran todo florituras. Sus temas ya no son los de la princesa que está en la torre, o el amor, o la libertad, o cosas así, sino problemas sociales, rurales, la realidad política italiana. De hecho el verismo, cuyo máximo representante es Verdi, es un estilo que anunciaba y desemboca en el comienzo del neorrealismo italiano de los años ‘40. Estas obras tuvieron un gran éxito entre el público porque se veían identificados en los temas que trataban y en la manera de expresarlos.

La historia de cómo se compuso esta obra está llena de casualidades y de buena suerte, Umberto Giordano quiso ser compositor pese a la voluntad contraria de su entorno y se presentó a los exámenes de ingreso de un conservatorio, pero fracasa y no consigue entrar. Él no se desanima y decide seguir por libre, escoge como maestro a un profesor del propio conservatorio que le acaba de rechazar, Paolo Serra. Antes de cumplir los veinte años y sin terminar la carrera, se presentó a un concurso de nuevos talentos, Sonzogno, que ese año ganó Pietro Mascagni con la obra Cavalleria Rusticana. Sin embargo, el jurado vio que el joven compositor tenía un futuro brillante.

Tres años después, sus miembros, que no se habian olvidado de él, le ofrecen un contrato para escribir una obra verista que será Mala vita, sobre un obrero tísico empeñado en salvar a una prostituta del camino de la perdición. Gracias al éxito, le ofrecieron un nuevo contrato, aunque su siguiente obra Regina Diaz fracasa y se queda sin trabajo.

Y ahí empiezan una cadena de sucesos y coincidencias que cambiarán su vida. La primera, su encuentro en un restaurante con el compositor y rico heredero Alberto Franchetti, quien, conmovido por su situación, le ofrece un libreto que Luigi Illica (autor de los libretos de La Boheme, Tosca o Madame Butterfly) había escrito para él. Ese libreto es Andrea Chenier. Un poeta revolucionario guillotinado en la Revolución Francesa por denunciar los crímenes que se cometieron durante la misma, tal y como dice uno de los personajes en la ópera, “la Revolución devora a sus hijos”.

Aunque al principio ese proyecto cuenta con el apoyo de Sonzogno, el resultado final no convence a nadie. Las cosas vuelven a ponerse feas para Giordano, pero de repente se acuerda de aquel joven que le ganó en el concurso de Sonzogno unos años antes, y decide viajar a Milán para pedirle ayuda, y ahí vuelve a jugar la suerte.

Umberto le encuentra cuando está subiendo a un tranvía, le para y le convence para que no suba y puedan hablar un rato, Mascagny finalmente no toma ese tranvía para hablar con Umberto, y ambos ven como al poco descarrila en un accidente en el que murieron varias personas. Mascagny, agradecido, vio en ello una señal del cielo y le ayuda en su ópera, que finalmente tuvo un gran éxito en Italia y en todo el mundo

Giordano, ya con la suerte de cara y su éxito asegurado, se enamora de la hija de un rico hostelero propietario del Gran Hotel de Milán, pero éste no se fía mucho de que su hija se case con un compositor. Por eso le pide algunas de sus partituras para enseñárselas a un huésped que dice que tiene, del que se fia mucho...., y otro golpe de suerte, pues ese huésped del que se fiaba tanto el padre hostelero es nada menos que Verdi, quien lee las partituras y le confirma que tiene un gran talento. Y se casan , claro.

El aria “La mamma morta”, el aria más tremenda que se ha escrito nunca, pertenece a esa ópera. Pasa de la angustia del drama enorme por la pérdida de su madre en la primera parte, a ser todo alegría por el descubrimiento del amor en la segunda. Es impresionante. Casi todos la recordamos por la famosa escena de Filadelfia, interpretada por Tom Hanks:



GRACIAS a Notas confusas, De Radio 3

15 de marzo de 2009

La hora de los valientes




He vuelto a ver ahora por casualidad el Autorretrato de Goya, y es imposible verlo sin que recuerde la interpretación de Gabino Diego. Ya sé que es triste relacionar para siempre en mi mente los cuadros del genio con una película que sin duda será mucho más pasajera... Pero somos humanos, y el arte (cine, pintura, el que sea...) genera emociones en nosotros que estarán unidas al recuerdo del momento en que nacieron. (Espero que los recuerdos de una guerra no nos lleguen de otra forma distinta al arte, en el fondo tenemos mucha suerte...)

Por cierto, he puesto el cuadro del coloso porque me impactó mucho la primera vez que lo vi al natural, la tranquilidad de ese burro en medio del caos... aunque ya haya quedado demostrado que no fue Goya quien lo pintó.

El caso es que he visto hace poco el Autorretrato en el reportaje de un programa televisivo y me apetecía dejar aquí por escrito que La hora de los valientes es una de mis películas opiáceas. Tiene muchos tópicos de la guerra civil, aunque no es tanto sobre la guerra sino cómo se vivía durante aquellos años. Además juega a su favor que los muestra por parte de ambos bandos (sin ir más lejos, se pueden escuchar tanto el "cara al sol" o el "himno nacional", como "La internacional" o "A las brigadas" (mayúsculas o minúsculas no son casuales :P).


En La hora de los valientes, Gabino Diego es un celador del Museo del Prado al que le encanta Goya, sobre todo el famoso Autorretrato, (no me extraña, hay que mirarlo a los ojos para comprenderlo), lo trata como si fuera uno más de la familia.



Ante el peligro por los bombardeos en esa zona por parte del Bando Nacional, se ordena el traslado de las obras a Valencia (pues allí está el gobierno republicano). En uno de esos bombardeos, el personaje rescata ese cuadro extraviado y lo pone a salvo. No tiene intención alguna de quedárselo, su único deseo es que vuelva a estar en su casa, el Museo del Prado, ante la vista de todo el que se quiera asomar.



Pero al refugiarse del bombardeo, conoce a Leonor Watling, que lo ha perdido todo (otra gran interpretación...), y no tiene más alternativa que llevar a su nueva a amiga y al cuadro a su casa, la pensión de Adriana Ozores, (que valga la redundancia, al fin ganó un premio Goya como actriz de reparto).



En fin, una gran película sobre el Arte, con una guerra de fondo. Y con varios paralelismos con las obras de Goya. Libertad!