29 de mayo de 2010

La risa




Descubrir la comicidad de situaciones estresantes y reirse también protege nuestro equilibrio emocional. El buen sentido del humor nos permite ver las contradicciones y las ironias de la vida, lo que a menudo disminuye la intensidad de las emociones negativas que provocan las desgracias.

El sentido del humor es como un bálsamo protector. Su función primordial es aliviarnos del miedo y la inseguridad. Incluso el humor negro es saludable. Actua de purgante psicológico que nos libera de obsesiones destructivas. La gran virtud del sentido del humor es que nos alegra la vida y, probablamente, también la prolonga.

A menudo, las situaciones de buen humor provocan en nosotros la risa. Este reflejo fascinante es un regalo de nuestra naturaleza que va incluido en nuestro equipaje al nacer. La risa es una expresión física de emoción agradable intensa. Consiste en la contracción simultánea de quince músculos de la cara, acompañada de respiraciones espasmódicas y de sonidos entrecortados irreprimibles. Suele aflorar en los niños entre cuatro y seis meses de edad en respuesta a estímulos táctiles, movimientos, sonidos o ademanes de personas conocidas. Al año, los pequeños se ríen de alegría ante situaciones sociales o circustancias incongruentes o sorpresivas para ellos.

Desde que Charles Darwin publicó, en 1872, su tratado sobre la expresión de las emociones, numerosos experimentos han demostrado que no sólo nuestras emociones internas son exteriorizadas espontáneamente en nuestro rostro, sino que las expresiones emocionales de nuestro semblante, aunque sean en un principio fingidas o provocadas artificialmente, terminan por producir en nosotros los sentimientos genuinos que representan.

La conexión de ida y vuelta entre las emociones y sus manifestaciones corporales fue detectada hace muchos años por el psicólogo neoyorquino Willian James, quién señaló, por ejemplo, que silbar una sintonia alegre en la oscuridad no sólo podía neutralizar el miedo sino que incluso podía estimular alegría en el silbador.

La función de la risa, además de representar nuestro júbilo y buen humor, es liberarnos de la tensión y el estrés que acumulamos, descargar la ansiedad y los temores reprimidos, y ayudarnos a superar situaciones disparatadas. Una buena carcajada oxigena, alimenta en nosotros una perspectiva jovial y despegada de las frustraciones y sinsentidos cotidianos y, en definitiva, nos alegra la vida.


Luis Rojas Marcos, Nuestra incierta vida normal