15 de julio de 2010

El centro del sol



He pasado algún tiempo siguiendo unas instrucciones para llegar al centro del sol. No he salido del planeta (creo); de hecho es bastante sencillo cuando se comprende que se trata de un recorrido hacia nosotros mismos.

Tal vez porque tengo cierta tendencia a complicar las cosas, después de llegar al centro del sol me dí cuenta de que necesitaba una luna, igual que cada día necesita de la noche. Realmente me lo dijo una voz con acento de Tétouan, y yo, que asumo con naturalidad mis propias alucinaciones como si fuera el gato cheshire de Alicia, tomé su indicación como propia. Total, ya puesto, aproveché para hacerme un viaje galáctico a los lugares más exóticos de mi personalidad. Si llegas al sol puedes llegar a cualquier parte.

Soles, lunas..., todos somos similares en nuestros deseos. Buscamos demasiadas cosas, todas a la vez, y muchas de ellas contradictorias. Hay que ir simplificando. Me saturé de deseos y decidí tomar el camino de regreso, fingiendo no haber encontrado lo que buscaba, por el puro placer de seguir buscando.

No es cuestión de ir o venir, sino de estar en movimiento. Y un buen viaje entre dimensiones te hace perder el miedo a decir "ahora".