Hay cosas que no se preguntan. En la medida en que te paras a pensar la respuesta, dirás lo que piensas y no lo que sientes. Y no siempre es lo mismo. Porque a veces sentimos algo que ni pensamos, y a veces pensamos lo que no sentimos. Hay emociones que no se piensan, sólo hay que sentirlas.
Además, prestando atención, ya sabemos la respuesta a esas preguntas que no hacemos.
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